De eso sí se habla
En épocas pasadas, se creía que el hombre depositaba su “semilla” en la matriz de la mujer y que ellas, que tenían como única función alojar y nutrir a esa diminuta cimiente, eran las únicas responsables de alcanzar un nacimiento exitoso. Incluso, se llegó a pensar que el hombre introducía “pequeñas personitas” en el cuerpo de la hembra.
Afortunadamente, en 1677, el holandés Anton van Leeuwenhoek, describió por primera vez a los espermatozoides, a los que llamó “animáculos”, lo que permitió –a medida que fueron pasando los años- ir develando el misterio de la reproducción humana.
Comerciante de telas y apasionado fabricante de lentes ópticas, este investigador nacido en la ciudad de Delft, realizó un gran aporte a la biología al describir la célula sexual masculina. Pero no fue hasta mediados del siglo XX que la fertilidad masculina fue puesta verdaderamente “bajo la lupa”.
“Recién en los años 50’, el papel del hombre en la esterilidad de pareja fue tomando mas importancia. Hoy sabemos que las causas de la infertilidad son compartidas, que tanto ellas como ellos pueden ser el origen de las alteraciones”, expresó el doctor Santiago Brugo Olmedo, director médico de SEREMAS, medicina para el hombre y la mujer.
Estudios básicos
La mayoría de los problemas masculinos puede diagnosticarse mediante un espermograma, estudio del semen que permite conocer la cantidad, calidad y movilidad de los espermatozoides.
Por medio de este examen, “se puede determinar si las causas de la infertilidad se deben a una hipozoospermia, es decir, poco volumen de eyaculado, una oligozoospermia o una azoospermia, poca cantidad de espermatozoides y ausencia total de ellos, respectivamente. También puede darse una astenozoospermia, es decir, presencia de espermatozoides lentos o fallas en la morfología, lo que se denomina teratozoospermia”, puntualizó Brugo Olmedo.
Si bien las causas pueden ser de diversa índole, es factible identificar cuatro factores: los pretesticulares, los testiculares, los postesticulares y los espermáticos.
El director médico de SEREMAS, indicó que “en el primer grupo figuran los trastornos hormonales, mientras que el segundo está integrado por las enfermedades que afectan directamente al testículo, como por ejemplo, el varicocele, un trastorno presente en el 20 por ciento de los hombres”.
Otra de las afecciones testiculares más frecuente es la criptorquidia, caracterizada por la ausencia de descenso testicular hacia el escroto, o el desarrollo de paperas durante la adolescencia, lo que puede provocar una orquitis urleana, es decir, un descenso anormal de los testículos.
Del mismo modo, “las radioterapias o quimioterapias, también pueden provocar fallas en el semen”, agregó Brugo Olmedo.
Los factores postesticulares son aquellos que impiden la concreción del embarazo pese a tener buena calidad espermática. La obstrucción de los conductos deferentes, que impide la salida de los espermatozoides, es uno de los problemas más representativos de este grupo.
Por último, los factores espermáticos pueden deberse fallas en la capacidad energética de los espermatozoides, entre otras cosas.
En síntesis, el espermograma, sumado a un minucioso examen físico y la confección de un perfil clínico del varón (elaborado a partir de un cuestionario denominado “anamnesis”, en el que se indaga sobre antecedentes genéticos, cirugías previas, edad y conductas de riesgo, entre otras preguntas), permite reunir la información necesaria para completar el diagnóstico y diseñar la estrategia más efectiva para alcanzar la concepción.