Los beneficios de una mascota
La presencia de un animal en el hogar es una experiencia enriquecedora para toda la familia a la vez que ayuda a los niños a construir lazos basados en el respeto y el límite. Las mascotas colaboran en el desarrollo de la capacidad afectiva y de comunicación de los ninños. Se trata de escoger el animal doméstico apropiado para el estilo de vida de cada grupo familiar, teniendo en cuenta el espacio físico disponible, la organización del tiempo de los diversos miembros de la familia, etc., y sostener la participación activa del niño en el proceso de su elección. Pero un animal no es un jueguete, sino un ser con vida, diferente a él, al que hay que cuidar y del que debemos estar pendientes.
Es importante que todos, incluso el niño, puedan llegar a un acuerdo sobre qué mascota será la más indicada para él y para esa familia en particular. Si aquella que el niño desea no puede ser, es necesario explicarle el por qué y contruir juntos una alternativa.
La participación de los padres, la discusión abierta y la planificación constituyen condiciones de posibilidad esenciales para que la convivencia con la mascota elegida sea una experiencia enriquecedora para todos los integrantes de la familia y en particular fortalecer el desarrollo del niño. Estimular un vínculo afectivo temprano con mascotas puede ayudar a desarrollar un comportamiento responsable en los niños que los cuidan. La llegada de un nuevo integrante a la familia afecta no sólo al niño sino que incide directamente en todo el grupo familiar, vehiculizando afectos, sentimientos y reacciones diversas en cada uno de ellos.
Por todo esto y para ayudarlo a manejar estas sensaciones es necesario explicarle al niño las nuevas condiciones y modificaciones que el entorno familiar habrá de efectuar para alojar y poder cuidar a su mascota. Que un niño no hable, no significa que no comprenda, puede asimilar- siempre que medie una explicación- el hecho de que este nuevo miembro requiere al igual que él ciertos cuidados especiales para su desarrollo vital. Asegurándole, por sobre todo, que él podrá ayudar a lograrlo.
La asignación de tareas debe tener en cuenta las posibilidades de cada uno y, esencialmente, la edad del niño. Nuestro hijo debe responsabilizarse de las tareas que ha escogido para sí. Pero si al cabo de un tiempo deja de hacerse cargo del animal o establece con él un vínculo hostil, tendremos que hablarlo con él para conocer la causa y saber cómo proceder.
Construyendo lazos
La modalidad de relación que un niño pueda desplegar con su mascota le ayudará a construir lazos basados en el respeto y el límite. Le genera además un enlace con la naturaleza, fija límites, crea hábitos y le enseña el respeto hacia otros seres vivientes. Una relación basada en el cuidado y en el amor puede también favorecer el desarrollo de la comunicación verbal, no verbal, la compasión y la empatía. Nuestro hijo puede transferir lo que siente por su mascota a los otros.
La mascota puede también devenir en el guardián de los secretos y pensamientos privados de nuestros hijos. Los niños con frecuencia le hablan a sus mascotas, al igual que lo hacen con sus peluches. Le posibilita desplegar sus fantasías, estimula el intercambio de actividades lúdicas y favorece su socialización y el desarrollo de habilidades motrices.
La presencia de una mascota en casa, puede ayudar a los padres a abordar diversas temáticas relativas a la vida: la reproducción, el nacimiento, las enfermedades, los accidentes, la muerte y el duelo (experiencia con la pérdida).
El vínculo temprano con las mascotas es una fuente de placer para los niños, contribuye a la satisfacción de diversas necesidades físicas y emocionales, favoreciendo el desarrollo integral del niño. Nuestra participación en la planificación de las tareas y supervisión de los cuidados que requiere el animal es imprescindible para que la experiencia resulte constructiva y significativa para nuestros hijos.
no me gustan los perros.