En una reunión del cole escuche un papá decir: “Los padres somos los adultos, no debemos a los niños ninguna disculpa”, a pesar de no opinar igual, no supe que decir.
Él creía que, sin importar cual fuera error, no tenía por qué pedir disculpas a sus hijos. Yo digo que disculpándome con mis hijos les demuestro que todos cometemos errores y cuando lo hacemos, pedir disculpas sinceramente es necesario.
Sin embargo, esa conversación me dejó pensando. ¿En que ocasiones debería disculparme con mis hijos? ¿He estado pidiendo disculpas de la manera correcta?
Así que consulté a varios expertos que consideran importante pedir disculpas a nuestros hijos. No obstante el cómo y el cuándo dependen de la situación y la edad del niño.
Julia Colangelo, una trabajadora social de la ciudad de Nueva York dice: “A cualquier edad es bueno moldear el comportamiento que te gustaría que tus hijos demuestren ante otros niños y adultos”.
Esto les servirá como una herramienta social. Los niños que sepan cómo pedir disculpas sinceramente, estarán mejor preparados para enfrentar sus relaciones en el colegio y a manejar mejor sus años de adolescencia, como también superar situaciones estresantes en el trabajo cuando sean grandes.
¿Cuándo disculparse?
Todos hemos gritado a nuestros hijos, herido sus sentimientos en algún momento, o roto algún juguete por accidente. Estas cosas ameritan una disculpa, incluso a edades tempranas.
De acuerdo con Lynn Zakeri, un ex trabajador social, se puede usar la disculpa como herramienta de aprendizaje. Si se usan las palabras adecuadas, cada error que cometamos puede enseñar a niños pequeños a ser reflexivos y a tomar responsabilidad sobre sus acciones.
“Explica a tus hijos que llegaste tarde a buscarlos porque no pensabas encontrarte con mucho tráfico, no porque el tráfico te lo impidió” dice Zakeri. “O que rompiste su juguete sin querer mientras limpiabas, porque no estabas mirando cuidadosamente por donde andabas, no le digas que fue porque estaba en el camino. En vez de dar una excusa, las disculpas les explica qué fue lo que ocurrió y que no era tu intención herir sus sentimientos”.
¿Y cuando uno pierde la paciencia?
“Jamás he conocido a una mamá que no haya gritado a sus hijos cuando se le hacía tarde para ir a algún lado” dice Zakeri. “Pero no es culpa del niño. Luego de que estén en el auto se le debe pedir disculpas diciendo: “Lamento haber sido dura contigo esta mañana, estaba nerviosa, es muy importante que llegues en hora, en el futuro evitaré gritarte”.
A medida que vayan creciendo, las disculpas enseñan al niño a entender mejor sus sentimientos. Roseanne Lesack, directora de la Clínica de Psicología del niño en la Universidad Sureste de Nova, sugiere que los padres hablen de lo que sucedió luego de pedir disculpas, de esta manera, se ayuda al niño a entender lo que pasó y a identificar sus sentimientos.
“Puedes decir: no me gustó la forma en que actué, pero estaba muy enojada” dice Lesack. “Pregúntale porque cree él que estabas enojada, haciéndole tomar una perspectiva que no sea la suya. Luego, ayúdalo a identificar sus sentimientos, “creo que te sentías mal por que querías llamar mi atención”. Además es importante aclarar lo que ambos pueden mejorar en el futuro. Él puede llamar tu atención diciendo: “Disculpa mamá necesito…” Y si no puedes atenderlo, le puedes indicar que lo harás más tarde.
Reforzar una serie de emociones después de una disculpa puede ser de mucha ayuda para los hijos aunque es difícil para los padres” dice Colangelo. Si se sienten incómodos al compartir sus sentimientos, se puede practicar con un amigo o con tu pareja, o escribirlos en un diario y reflexionar. Para los niños, la especialista recomienda una “hoja de emociones” que es un papel con caritas dibujadas que representan 25 emociones. Los niños pueden señalar una figura dependiendo de cómo se sientan, ayudando de esta forma a los padres a empezar una conversación.
“Si tienes la energía para sentarte con tus hijos, deberían charlar sobre las emociones” agrega Colangelo. “Déjales saber que estás disponible para brindarles apoyo y contención y a hablar sobre ese tema en el presente y en el futuro”.
Con los adolescentes, admitir tus sentimientos es muy importante en la disculpa, pero los padres deben hacerlo corto, dice Amy Mcmanus, una terapeuta de los Ángeles que trabaja con padres e hijos adolescentes.
“Los adolescentes tienen un nivel de atención corto, sobre todo para sus padres. En su mayoría se sienten enfadados cuando haces algo que consideran incorrecto, pero no saben cómo comunicarlo” comenta Mcmanus.
Luego de pedir disculpas a un adolescente, los padres deben esperar una respuesta, aunque lleve un tiempo. Luego, continuar demostrando cómo deberías haber actuado. Continuar discutiendo la situación por mucho tiempo alimenta el drama, una breve pero sincera disculpa dará a tus hijos un buen ejemplo.
Acontecimientos importantes en la vida
La llegada de un nuevo hermanito, un divorcio, una mudanza… no todo lo que nos sucede en la vida es bien recibidos por nuestros hijos cuando se enojan a causa de nuestras decisiones ¿Deberíamos disculparnos?
No. Hay decisiones que se toman para el bienestar de la familia y no requieren de una disculpa. Pero si requiere que los padres reconozcan los sentimientos de los niños y ayudarlos a procesarlos.
“Incluso debes alentarlos a desahogarse, dejándoles saber que estás ahí para que expresen sus emociones. Las emociones negativas son una parte natural de la vida. Si te disculpas, se verá como que es tu culpa que ellos se sientan así y no has hecho nada malo, sólo se sienten heridos por tu decisión”.
Al no disculparte por tus decisiones —dice Zakeri— también ayudas a tus hijos a entender que algunas cosas están fuera del control de uno en la vida. “Si la decisión no es negociable, no pienses que sus sentimientos o la rabia que sienten te debe hacer cambiar la decisión. No te disculpes por algo que no sientes, pero escucha sus sentimientos y diles que entiendes lo difíciles que son los cambios y que vas a apoyarlos en todo momento”.
Cuando está fuera de tu control
Una vez un especialista me dijo que no buscara justificaciones por el mal comportamiento de los demás con mis hijos, así que ahora no invento excusas por ellos.
Y ese fue un consejo acertado. Si tu hijo no entró en el equipo, o un compañero lo hizo enfadar, tu trabajo es brindarle empatía y apoyo, no justificaciones o disculpas.
“Es importante reconocer su malestar, no minimizarlo. Pero no necesitas disculparte por ello” dice Colangelo. “Puedes decirle que algo similar te pasó a ti y contarle tu anécdota. También es un buen momento como para saber cómo afrontar los problemas”.
“Pregúntale qué es lo que podía hacer para que se sintiera mejor. Si no saben, puedes decirles que respirar profundo o salir a caminar te han ayudado a ti. Invítalo a hacer algo divertido o a reírte contigo. Al principio puede ser que llore, pero terminará riéndose. O recuérdale de otra ocasión en que estaba molesto y lo que hiciste para hacerlo sentir mejor”.
Reconocer tus errores y disculparte es importante a cualquier edad. Pero cuando no eres responsable por las acciones de otro, no debes pedir disculpas. La mejore manera es siempre el respeto muto, brindando empatía y comprensión, no discusiones interminables para querer tener razón.