Fue convocando a quienes quiso que estuvieran en el trámite del cambio registral de su acta de nacimiento. Invitó a compañeritos, a docentes y hasta a un vecino, y entre familiares sumó a unas treinta personas en el Registro Provincial de las Personas, donde garabateó su firma en un documento y debió dar conformidad: “Quiero que mi DNI diga que me llamo…”
Y en ese acto, Tito, de 5 años, dijo el nombre con el que dio un primer paso en la legalización de su cambio de género, una transición que manifestó apenas pudo hacerlo: no había cumplido 2 años, hablaba y usaba el masculino para expresarse. “Naturalmente, se lo corregíamos, como a cualquiera, pero después nos decía que era nene”, cuenta su mamá, Guadalupe, a este diario, sobre el comienzo de lo que para su familia no es otra cosa que “un desafío”.
La historia de Tito
Tito, hijo de mamá y papá médicos, tiene una hermana de 8 años, y es el niño más chico en Mar del Plata en pedir la rectificación del sexo asignado en su acta de nacimiento. Hay otros casos en el país y por tratarse de menores sus historias siempre despiertan susceptibilidades, que la misma mamá del nene se encarga de neutralizar.
“Si yo hubiera intentado vestir de varón a mi primera hija (la hermana de Tito) hubiera logrado que fuera infeliz, algo que no es, porque no es algo que se pueda forzar, sino que sale de adentro”, explica.
Es que la percepción del nene, en este caso, parece irrefutable desde su propia actitud. “En principio nos decían que era una etapa, lo mismo por el hecho de que anduviera vestido con camisetas de fútbol, pero luego los vestidos fueron una pesadilla para él. Nunca uso vestidos, lloraba, y nos pidió que los tiráramos”.
La familia acompañó todo el proceso
En la familia “el proceso fue gradual y natural”, pero en otros ámbitos, como en el colegio, Tito fue mostrando su verdad. “En sala de 3, cuando los chiquitos juegan nenas con nenas y nenes con nenes, él estaba con los varones; ya en sala de 4 pidió el corte de pelo (que hoy luce corto y abundante) y el cambio de nombre, y ya lo hacía con urgencia. Nos iba probando -narra Guadalupe-, iba a un cumple e iba al baño de nenes, lo mismo en el vestuario de pileta, y así iba ocupando sus espacios”.
En el proceso, los papás de Tito se asesoraron con los integrantes de la “Asociación por un Mundo Igualitario” (AMI), una organización sin fines de lucro, de las principales entidades LGBT de la ciudad que reúne a profesionales y trabajadores sociales en un equipo interdisciplinario.
La Ley de Identidad de Género
Claudia Vega, abogada que acompañó el trámite en el Registro Nacional de las Personas, elogia la Ley de Identidad de Género del país. “Es de vanguardia, porque representa estas identidades y hace que puedan ser vividas como tales. El desafío es plasmar la importancia de la ley, es entender que no se trata de letra fría, que tiene un gran contenido amoroso, en su respeto, en su sentir”, afirma.
Se refiere a la ley 26.743, una norma que este mes cumple 7 años de su sanción. “Es como una niña pequeña dentro de la sociedad, hay que ayudarla a crecer, como los casos que interpreta, no son niñeces raras, se trata de una niñez más”. A partir del trámite que Tito hizo, de rectificación de su acta de nacimiento, tendrá su DNI con el nombre que eligió en no más de dos semanas.
¿Cómo comenzó todo?
“Este niño comenzó a ser niño desde que pudo darse a entender, desde sus primeras palabras. Ellos, los chicos, lo toman como algo natural, espontáneo, como lo que es, somos nosotros quienes debemos correr el velo del adultocentrismo”, sostuvo. En otros trámites de transiciones de partidas, en el caso de adolescentes, contó, “ellos traen a sus papás para que les expliquemos de qué se trata, es importante el crecimiento de estas leyes inclusivas en la sociedad”.
Guadalupe recuerda que con su esposo consultaron a la Ong cuando Tito reclamaba el corte de cabello, para saber si en realidad era chico para decidir esa y otras aristas de su transición Sirvió, pero el nene de momento no sigue ningún tratamiento. “En tanto no represente ninguna angustia o nada que resolver, no íbamos a contenerlo con psicólogos, para que no piense que está enfermo, porque no tiene nada”, dice la mamá. “Y por supuesto que se pregunta y nos pregunta cosas, y se le responde concretamente y con la verdad”.
¿Qué pregunta Tito? “Si podrá llevar un embarazo, sobre la adopción. O, el otro día: ‘¿si tengo una novia nena, ella puede llevar el hijo en la panza?’; También sobre cómo será su cuerpo. Y será cómo él quiera, lo decidirá él, si quiere hormonarse o no. Estaremos de acuerdo con lo que quiera hacer, hay efectos adversos, pero no es uno quien habita ese cuerpo”.
En una actividad en sala de 3 había que escribir una frase en un bandoneón, Matías, el papa del nene, escribió: “No permitas que nunca cuestionen tu libertad”. Eran los primeros tiempos del proceso de transición porque el que todos debieron atravesar. “Nos costó, el proceso de él, el cambio de pronombre, uno lo tiene incorporado desde que proyecta una familia”, dice a Clarín la mamá.
“Es que yo tenía dos nenas -sonríe-, pero él nos fue guiando, se expresa y dice exactamente lo que quiere. El duelo fue doloroso, es cierto, pero el cambio vale la pena, porque teníamos una nena triste y ahora tenemos un nene feliz”.
Fuente: Clarín