Infección urinaria y su frecuencia en el embarazo
La infección urinaria es una de las infecciones bacterianas más comunes durante el embarazo, de hecho se estima que afectan al 5% de las embarazadas. Si se tratan efectivamente no suponen un peligro para tu bebé.
En esta nota te contamos en qué consisten, cómo puedes prevenirlas y cuál es su tratamiento.
¿Qué es una infección urinaria y cómo se produce?
Se denomina así a una infección que se localiza en alguna parte de las vías urinarias (riñones, vejiga, uréteres y uretra).
Durante el embarazo se presentan cambios hormonales y anatómicos que pueden favorecer su desarrollo. Por un lado, los uréteres y la vejiga pierden tono muscular; además la compresión del útero sobre el tracto urinario dificulta y ralentizan el flujo de la orina, lo que provoca que la orina se estanque o acumule con más frecuencia, facilitando así la multiplicación de bacterias.
También es cierto que la orina pierde acidez (su pH se vuelve más alcalino) y eso favorece el desarrollo de las bacterias.
Los bacterias que las causan son las mismas en las mujeres embarazadas que en las que no lo están. Entre ellas las más comunes son las enterobacterias (a este grupo pertenece el germen Escherichia coli que causa hasta el 95% de las infecciones renales). Las bacterias gramnegativas (Pseudomonas, Proteus mirabilis, etc…) también pueden provocar este tipo de infecciones.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas varían de acuerdo a la zona del tracto urinario que se vea afectada y también en cada mujer. Los más comunes son:
- Dolor, ardor o comezón al orinar o al mantener relaciones sexuales.
- Cambios en el olor o aspecto de la orina.
- Dolor en la parte baja del vientre, por encima del hueso pubis.
- Orinar y continuar con la sensación de que se tienes ganas de seguir orinando y no puedes.
- Cuando la infección se presenta en los riñones se suman otros síntomas como fiebre, vómitos, escalofríos y sudoración, sangre en la orina, náuseas y dolor en la parte baja de la espalda.
Sin embargo, vale destacar que algunas infecciones urinarias se cursan sin síntomas (Bacteriuria asintomática), pero si no se las combate, pueden llegar a los riñones y causar una infección renal (pielonefritis). Esta última es grave, ya que puede provocar partos prematuros. Por ese motivo, el obstetra indicará la realización de análisis de orina como parte de la rutina de control (urocultivos).
¿Cuál es su tratamiento?
Se indican antibióticos específicos para el tipo de bacteria que causó la infección (el análisis de laboratorio revelará qué gérmenes la provocaron).
El obstetra te recetará un antibiótico seguro para tu bebé y te pedirá que realices un nuevo análisis de orina al finalizar la administración del medicamento, de esa forma se asegurará que la infección ha sido curada.
¿Cómo pueden prevenirse?
Hay varias medidas de sencilla aplicación que te ayudarán a mantener las infecciones urinaria a raya:
- Beber abundante líquido, sobre todo agua.
- Eliminar las bebidas irritantes como el café, el té y las bebidas alcohólicas.
- Orinar antes y después de mantener relaciones sexuales.
- Utilizar ropa interior de algodón y evitar los pantalones ajustados.
- No retener la orina, es importante orinar cuando vienen las ganas. Promedio cada 2 horas durante el dia.
- Limpiarse con delicadez la zona vaginal y perineal. El papel higiénico debe utilizarse de adelante hacia atrás para impedir que restos de materia fecal ingresen a la vagina o uretra.
- Evitar baños de espuma y productos perfumados como protectores diarios, papel higiénico o talcos. Se recomienda higienizarse con agua y jabones neutros.
- No higienizarse mediante duchas vaginales.
¿Cuáles pueden ser las complicaciones?
La complicación más importante es el desarrollo de pielonefritis o infección renal. Esto puede suceder cuando la infección se cursa sin sintomatología (Bacteriuria asintomática), ya que si no se trata, la enfermedad progresa hasta alcanzar a los riñones. Existe riesgo aumentado de parto prematuro si no se detecta y se trata adecuadamente.
Cuando se presentan síntomas, la detección es temprana y el tratamiento efectivo (completo y controlado) disminuye significativamente el desarrollo de complicaciones.