Cuando Shayna Garner le propuso a su hermana Aimee que sería su sustituta, Aimee se quedó atónita. Después de ocho intentos de fecundación in vitro (FIV) que no tuvieron éxito, Aimee y su marido estaban casi seguros de que nunca serían padres. La oferta de su hermana Shayna les vino de sorpresa y conmovió a la pareja ya desilusionada.
Un vínculo muy estrecho
Las hermanas siempre fueron muy unidas, y aunque Aimee es mayor, Shayna sostuvo lo siguiente: “Mientras crecía, siempre pensé que iba a ayudar a mi hermana si alguna vez lo necesita”. Shayna sabía de antemano que lucharía junto a su hermana ante cualquier batalla que se les presentara.
Sin embargo, Aimee nació con la enfermedad de Hirschprung, una afección gastrointestinal congénita. Durante su vida, Aimee se sometió a alrededor de 40 cirugías que le dejaron importantes cicatrices internas, especialmente en el área que está alrededor de sus órganos reproductivos, que le dificultaron retener los embarazos.
Después de cuatro años de FIV, que comenzó cuando tenía 21 años, y dos abortos espontáneos, incluyendo uno de gemelos a las 9 semanas de embarazo, los cirujanos descubrieron que el tejido cicatricial de Aimee impedía que su útero se expandiera para poder llevar un bebé a término.
El segundo hijo de Shayna, Fletcher, tenía sólo unos meses cuando Aimee se enteró de la triste noticia. Había muchos factores que dificultaban la elección de una maternidad subrogada. “Estaba casada, tenía que discutirlo con mi marido, tenía dos hijos que necesitaban mis cuidados, y ahora tener un nuevo bebé. Lo último que quería hacer era embarazarme de nuevo”, explicó Shayna. “Me llevó algunos meses pensar en ello, hablar con mi marido y llegar a una decisión”.
Los latidos que cambiaron todo
Como Aimee ya había pasado por una FIV, tenía tres embriones viables que habían quedado congelados. La primera transferencia a Shayna no tuvo éxito, pero la segunda funcionó, y en la ecografía de las 6 semanas la esperada noticia de que serían padres iluminó el corazón de Aimee y el de su esposo Jake.
En los embarazos previos, Aimee nunca había llegado a escuchar el latido de sus bebés. Pero en la ecografía de Shayna, el latido de su hija Francesca fue fuerte, un sonido que hizo llorar a la pareja. Shayna comentó: “Fue un momento hermoso y algo que recordaré siempre”.
Shayna comentó emocionada sobre su experiencia: “Me dio una mejor comprensión de lo que Aimee tuvo que pasar con las FIV’s. Vi a mi hermana luchar durante tantos años y yo tuve mis hijos con mucha facilidad. Sabía que ella se lo merecía”.
Cuando se le preguntó cómo se comunicaba con el bebé durante el embarazo, Shayna respondió: “Durante todo el embarazo tuve presente que era mi hermana la que estaba esperando, y que el bebé era mi sobrina. Me comunicaba con ella como mi sobrina. Cada vez que sentía que se movía, lo primero que pensaba era que tenía que llamar a Aimee y contarle”.
Af fin, el día del parto
El embarazo y el nacimiento de Shayna con Francesca fue el más fácil que tuvo. “Fue el único nacimiento donde no tuve que tomar ninguna medicación. Me reí y me la pasé hablando durante las contracciones hasta las dos últimas horas” agregó Shayna.
Las dos hermanas se encontraban en la misma habitación durante la mayor parte del trabajo de parto, y luego Jake y el marido de Shayna se unieron para presenciar el nacimiento.
Siete meses después, Aimee es una mamá feliz de una niña que crece día a día junto al amor de su familia. Aimee y Jake se mudaron a Toowoomba, Australia, para estar cerca de Shayna durante su embarazo, y las hermanas ahora viven a 10 minutos de diferencia.
¿Y tú que opinas? ¿Serías la madre subrogante de tu hermana?