Una nueva investigación ha descubierto que algunos patrones cerebrales del bebé recién nacido pueden determinar con precisión la aparición de ansiedad y depresión cuando sea más grande.
De esta manera, se espera que el hallazgo ayude a cuidar la salud mental de nuestros hijos desde muy temprana edad para evitar esta afección que ya es considerada una epidemia mundial.
El estudio, publicado en la Revista de la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente, analizó por medio de resonancias magnéticas el cerebro de un grupo de recién nacidos a término y pretérmino, según informó The Huffington Post recientemente.
El objetivo era descubrir si existía alguna diferencia entre el funcionamiento de los cerebros de los bebés a término y los prematuros, y cuáles podrían ser las causas de estas diferencias.
Los especialistas estaban particularmente interesados en cómo respondían entre sí algunas zonas cerebrales como el centro del miedo y el placer, y la amígdala entre otras.
Lo que encontraron fue que ciertas conexiones e interacciones entre algunas zonas del cerebro —en específico la amígdala, la ínsula y la corteza prefrontal medial— eran los indicadores de que el individuo presentara un mayor riesgo de angustia y depresión a los 24 meses de edad.
Los científicos esperaban que hubiera una diferencia significativa entre los bebés prematuros y los bebés a término. Sin embargo, encontraron que tenían patrones bastante similares, con una leve diferencia en las señales cerebrales de los prematuros que apenas estaban algo disminuidas en relación a los demás bebés.
La autora principal del estudio, la Dra. Cynthia Rogers, psiquiatra infantil de la Universidad de Washington en Saint Louis, Estados Unidos informó al The Huffington Post sobre el descubrimiento que había hecho de su equipo sobre los patrones cerebrales de angustia y depresión.
“Nuestro estudio es uno de los primeros en detectar estas diferencias funcionales en la conectividad de la amígdala desde el nacimiento en relación con los primeros síntomas”, explicó la doctor Rogers.
“La ventaja de evaluar a los bebés al nacer es que estos patrones no son influidos por las experiencias que han tenido luego del nacimiento”.
Los investigadores esperan profundizar sobre el estudio de patrones cerebrales de los bebés y cómo se relacionan con su salud mental y bienestar futuro.
En última instancia, están tratando de averiguar más y desarrollar maneras de utilizar estos patrones predictivos para nutrir los programas de intervención temprana para hacer frente a la depresión y la angustia desde la infancia.
“Si podemos entender qué patrones de conectividad están relacionados con las primeras dificultades sociales y emocionales, entonces podemos estudiar lo que predice esos patrones de conectividad”, comentó la Dra. Rogers al Huffington Post.
“Podemos evaluar si los patrones que tienen estos niños en el hospital o en la infancia cambian para mejor o peor y qué es lo que se puede tratar de modificar”.