Un artículo reciente que leí sobre las células fetales me hizo llorar. Existe una gran cantidad de trabajos científicos acerca de estas células y sobre cómo pueden encontrarse.
¿Sabías que muchas células fetales quedan en el cuerpo de la mujer?
Las células fetales están presentes en todo el cuerpo de la mujer durante el resto de su vida y pueden ayudar a las madres a luchar contra el cáncer de mama.
Aunque también hay que mencionar, para ser justos, algunas cosas preocupantes, ya que a veces pueden provocar enfermedades autoinmunes en la madre.
Pero entre toda la información fue esto lo que me hizo saltar las lágrimas:
“Los científicos han encontrado células fetales en tejidos de cicatrices, específicamente cicatrices producidas por una cesárea. Estas células producen colágeno. Por lo que el feto puede ayudar a la madre a recuperarse después del nacimiento reparando sus heridas”.
Nunca he tenido una disposición negativa con las cicatrices de mis cesáreas. Mis cesáreas fueron necesarias en su momento y dejaron una marca. Por esto nunca me parecieron desagradables ya que posibilitó el nacimiento de mis hijos.
Tampoco pensé, como varias mujeres, que la cicatriz es la marca de una batalla de la que hay que estar orgullosa. Para mí, no es bonita ni tampoco fea o desagradable. Simplemente es una cicatriz.
Mis hijos en mi propia carne
Pero ahora, luego de leer esta información, tengo que admitir que esta historia cambió al instante y de forma permanente lo que siento por estas marcas. Lo maravilloso de todo esto es que esas células de mis bebés ayudaron a que las heridas sanaran. Aunque aún existe algo más maravilloso. Ahora sé que también existe una parte de cada uno de mis hijos atesorados en esta marca de mi cuerpo por el resto de mi vida. Simplemente… ¡guau!
Como dije, sé que muchas mujeres luchan con las cicatrices de sus cesáreas. Tal vez pienses que es fea, o que tal vez te recuerde a una experiencia de parto traumática. No estoy tratando de negar esos sentimientos.
Pero la próxima vez que mires la cicatriz de tu cesárea, la próxima vez que pases la mano sobre ella, la próxima vez que estés sentada en el inodoro mientras tu hijo irrumpe en el baño y te pregunta acerca de ella recuerda esto: en un sentido muy real y físico, esa cicatriz te permite llevar un pedacito de tus hijos contigo y para siempre. Y olvidando lo que diga la ciencia, para mí eso sí que es mágico.
Por Jessica Shortall