Su trabajo es especial, diferente. Cada vez son más las mujeres indias que sobreviven gracias a “ser mamás”. Sí, el alquiler de vientres es una industria floreciente en el país del Taj Majal: se calcula que genera ingresos por más de mil millones de dólares y “emplea” cientos de jóvenes que están dispuestas a hacer de todo para mejorar su condición de vida en un lugar en el que viven un tercio de los pobres del mundo.
“Quiero ver que mis hijos logren todo lo que yo siempre deseé; por eso me convertí en madre sustituta”, le contó Vasanti, una chica de 28 años, a BBC Mundo. Hoy, y por 8 mil dólares, ella lleva en su panza al bebé de una pareja japonesa. Con lo que gane en estas nueve lunas tiene planeado construirse una nueva casa y mandar a sus dos hijos a un colegio bilingüe, algo impensado para una mujer de su clase. “Estoy sumamente feliz”, confesó en la misma entrevista.
Realizado por la doctora Nayna Patel, el implante del embrión de Vasanti se realizó en Anand, una ciudad del norte de la India. Allí, ella pasará los próximos meses –hasta el momento del parto- en una vivienda que comparte con otras cien mamás sustitutas. Y esa es la verdadera “fabrica de bebés”.
En esa casa, se las cuida, se las alimenta y se les dan suplementos para garantizar que no haya problemas en la gestación. Cada habitación es compartida por 10 embarazadas y hay una regla claras: durante los nueve meses no se pueden tener relaciones sexuales.