Adriana Lemos y Patricia de Jesús Otazo tuvieron un hijo a través de inseminación artificial y no las dejan inscribirlo bajo el régimen de comaternidad porque sostienen que el Código Civil no regula este método cuando se realiza de modo “casero”. Thomas nació en agosto de 2018 y desde entonces no tiene DNI. Su historia de amor, la lucha por ser madres y el reclamo para inscribirlo bajo su matrimonio.
Cuando Adriana se bajó del taxi, Patricia quedó paralizada. “Nunca me va a dar bola”, pensó. Un amigo en común las había presentado hace un mes y, desde entonces hablaban por Facebook, pero ese día se iban a conocer cara a cara en un bar de Palermo, en el que trabajaba Patricia. Ninguna de las dos había salido antes con una mujer.
En una entrevista con el diario La Nación, Adriana, una mujer de 31 años que trabaja en un supermercado de Palermo como jefa de tienda, confiesa: “Me temblaba todo”. Con el correr del tiempo, los nervios de las dos quedaron a un costado, y comenzaron a hablar. “Desde ese momento, no nos separamos”, repiten estas mujeres; que llevan 9 años juntas y se casaron el 15 de marzo de 2012.
“Cuando la conocí a Pato, enseguida nació el deseo de formar una familia. No lo dudé, fue instantáneo”, sostiene Adriana, que siempre soñó con ser mamá aunque dice que no se imaginaba casada. En cambio, Patricia, de 32 años, decidió que no iba a tener hijos cuando murió su mamá. “Eso fue hasta que conocí a Adri, y dije: ‘Quiero que sea la mamá de mis hijos’. Siempre soñábamos con tener un hijo y hablábamos de los nombres”.
En 2017, intentaron quedar embarazadas por inseminación artificial pero no pudieron. “En la clínica nos decían que podíamos tardar años hasta que Adri quedara embarazada, había un 20% de probabilidad en cada inseminación”, cuenta Patricia, que trabaja como vendedora en un local de ropa.
“Por un tema económico” no pudieron seguir adelante con el proceso. Acudieron, también, a su obra social que rechazó la petición al alegar que no tienen problemas de fertilidad y a más de cinco clínicas que ignoraron sus consultas. “No lo querían hacer porque éramos dos mamás”, opinan.
Con este panorama, investigaron otras alternativas y optaron por una inseminación “casera” porque en la Argentina este método no está prohibido. Además, estudiaron un documento oficial llamado ” Reconocimiento legal de Hijos e Hijas de Familias Comaternales en Argentina”, que dice que: “Tras la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario todos los niños y niñas de familias comaternales cuyas madres hayan contraído matrimonio pueden ser inscriptos legalmente como hijos e hijas de ambas”.
Confiadas, porque están casadas hace 8 años, decidieron avanzar. “Le compramos la muestra a un donante e hicimos la inseminación en casa a través una cánula que es como una especie de jeringa larga que usan los ginecólogos”, describe Adriana, y se alegra al recordar que quedó embarazada en el primer intento.
El 16 de agosto de 2018 nació Thomas pero aún no tiene DNI El 16 de agosto de 2018 nació Thomas pero aún no tiene DNI Crédito: Gza. Adriana y Patricia
El 16 de agosto de 2018 nació Thomas. Patricia recuerda que ese día estaba muy nerviosa. Esperó menos de 20 minutos en el pasillo de la Clínica Bessone, en San Miguel, a que preparen a Adriana para la cesárea, pero para ella fue una eternidad. Una vez que estaban las dos en la sala, nació. “Fue algo que veníamos soñando por tantos años…”, celebra Adriana, emocionada.
Hablan de él y no pueden evitar mirarlo y sonreír. Al unísono dicen que ser mamá “es lo mejor del mundo”. Y Patricia agrega: “Es un mini clon de Adri, estoy enamorada de ese enano desde el momento en que lo vi por primera vez”.
Sin embargo, la alegría de tener a su hijo se opacó al verse en medio de una especie de “vacío legal”. Como la inseminación “casera” no está regulada por el Código Civil, no les permiten inscribirlo como hijo de las dos. Es así que Thomas aún no tiene DNI.
“El papel que nos impide identificarlo es un consentimiento libre e informado, que dice que estamos las dos de acuerdo con que yo me haga una inseminación. Tampoco aceptan que sea por escribano ¿No cae de maduro que al casarnos queremos formar una familia?”, se queja Adriana. Y sostienen que su “voluntad procreacional” está registrada porque firmaron un consentimiento en la clínica de fertilidad en la que habían intentado ser madres.”Ruego y pido todas las noches que tenga su DNI. Me preocupa muchísimo que esté sin su identidad. Me da miedo por los temas de salud, si bien está teniendo todos los controles y es un nene sano”, dice Adriana, y se lamenta: “No tengo nada que demuestre que es mi hijo. Es angustiante. Casi aflojamos y lo iba a anotar como madre soltera pero retomamos y nos negamos porque él nació bajo un matrimonio”.
Una alternativa que les dieron es que Patricia -al no ser la mujer gestante- lo adopte. Desde entonces, está en una encrucijada. Por un lado, se siente culpable y piensa en acceder para que Thomas pueda tener su DNI y su obra social pero, por el otro, no quiere renunciar a su maternidad. “No podría adoptarlo. Desde el primer momento, fue mi hijo”.
Con la certeza de que la comaternidad es un derecho adquirido y ante la negativa de anotar a Thomas como hijo de ambas, la pareja envió, el 14 de febrero pasado, una carta abierta a la gobernadora María Eugenia Vidal, “de madres a madre”. Allí le contaron su situación y cuestionaron: “¿Por no tener dinero no podemos ser mamás? No creemos que la ley argentina diga esto”.
Un vacío legal
José Etchart, director del Registro de las Personas de la provincia de Buenos Aires, sostiene que este es “un vacío de la norma que se va a tener que cubrir” y que, por eso, les “está costando más de lo que quisieran”. Según señala, como el Código Civil y Comercial no contempla como situación filial la técnica de reproducción humana “casera”, este organismo no puede resolverlo y depende, entonces, de la Justicia.
“La figura del Registro Civil es un organismo que aplica las normativas vigentes, en este caso es el nuevo Código Civil y Comercial que establece tres estatutos para la afiliación: la adopción, las técnicas de reproducción humanas asistidas y el nacimiento natural”, explica, y agrega: “El criterio de interpretar si esta enumeración es taxativa o enunciativa, como se requiere en este caso, excede nuestra competencia administrativa”.
La comaternidad, un derecho adquirido
Iñaki Regueiro es uno de los abogados de AboSex, una entidad que trabaja por los derechos sexuales. Explica que la comaternidad fue legalizada en la Argentina en 2010 con la Ley de Matrimonio Igualitario. “Hay documentos del Registro Nacional de las Personas (Renaper) que dicen que las parejas casadas de mujeres pueden ir a un Registro Civil y se tiene que anotar al hijo como el hijo de ambas”, añade.
Regueiro reconoce que el Código Civil y Comercial de la Nación no explica cómo actuar ante las técnicas de reproducción “casera”; sin embargo, remarca: “No es el método ideal pero se tienen que interpretar las normas desde una perspectiva de derechos humanos y de género, porque no todas las situaciones están reguladas”.
Y agrega: “El Código Civil dice que el vínculo de maternidad de quien da a luz ya está acreditado y que en las parejas que están casadas se presume que los niños tienen un vínculo de filiación con los dos progenitores, sean mujeres o varones”. Para él, entonces, “cualquier diferencia entre la madre gestante y la no gestante es discriminatorio”.
Según sostiene, “en el fondo hay una condena a su vida de lesbianas”. Y opina: “Es terrible. Ese hijo tiene derecho al amor, al cuidado, a saber quién lo busco y quién lo ama”. Además, el abogado cuenta que hubo un caso en Entre Ríos en el que se resolvió por la vía administrativa. En 2017, Agustina Brunetto y Valeria Tavecchio lograron anotar a su hijo Ciro como hijo de las dos madres, incluso pese a que no estaban casadas.
Regueiro reconoce, también, la importancia de que se establezcan los datos del donante para que haya registros de los antecedentes médicos y para que Thomas pueda conocerlo más adelante si así lo desea.
Tal como explican las mujeres en la carta a Vidal, “un amigo [de ellas] se ofreció a ser donante”. Relatan: “Es una persona que conocemos y que nos ayudó en esta inseminación sin intervención médica. Se trata de alguien que no quiere reclamar paternidad alguna y que lo puede dejar por escrito”. Por eso, el abogado establece: “Acá no hay un conflicto por el que habría que judicializar. Está todo el mundo de acuerdo, las dos mamás están unidas y piden que su hijo tenga DNI”.
Fuente: La Nación