Ryan Constable, un ex-jugador de rugby, junto a su mujer Kim, especialista en yoga, armaron en su habitación matrimonial una cama de 5,5 metros para poder dormir junto a sus cuatro hijos: Corey, de 11 años, Kai, de 9, Maya, que tiene 6, y Jack, el menor de 5 años de edad.
Cuando nació su primer hijo, Corey, los papás optaron el colecho cómo método ya que evitaba los llantos nocturnos y de esta forma todos dormían mejor.
Cuando llegó Kai y sabiendo que el colecho les había dado muy buenos resultados, continuaron con la misma estrategia, ya que por otro lado la pareja disfrutaba muchísimo dormir con ellos, todos pegaditos.
Luego los dos hermanitos comenzaron a dormir en sus habitaciones particulares. Pero el conflicto comenzó con la llegada de los otros bebés cuando comenzaron a compartir la cama con sus padres, al igual que lo habían hecho sus hermanos.
Una noche, los más grandes comenzaron a quejarse que dormían solos y que no era justo que sus hermanos disfrutaran de la compañía de sus padres y ellos no.
Y así fue como la pareja decidió montar esta cama gigantesca en su habitación para que todos los miembros de la familia tuvieran cabida y pudieran disfrutar por las noches de la mutua compañía.
¿Qué te parece la decisión de la pareja? ¿Tú lo harías?