¿Qué siente el bebé antes de nacer?

Se habla mucho de lo que experimenta la mamá durante el embarazo y el parto, pero se dice poco del bebé. Descubre aquí lo que él vivencia durante el parto.

¿Qué siente el bebé antes de nacer?

¿Qué siente el bebé en el útero?

Cada día los niños que llegan a este mundo son recibidos de manera diferente, particular. Esto es siempre así, tanto cuando se los espera con ansiedad y alegría como cuando se los niega o rechaza. En cualquiera de los dos casos esta disposición estará implícita en las actitudes y acciones que destina el adulto al bebés.

Es desde el mismo momento de la concepción que el bebé en formación, llevará con él una carga afectiva importante que lo acompañará desde siempre y durante toda su vida. En el seno materno el bebé recibe constantemente los estímulos, a través del cordón y del líquido amniótico, de los cambios metabólicos que se producen en el cuerpo de la madre. Cuando la mamá está relajada o ansiosa, cansada, intranquila o feliz, este bebé que está creciendo percibe todos sus estados de ánimo.

Los movimientos acompasados o bruscos también llegan, aunque amortizados por el líquido amniótico, que cumple con la función de protección y con la de mantener al bebé permanentemente en un estado antigravitatorio. Esto le permite el movimiento continuo de todo su cuerpo, que de esta forma se desarrolla equilibradamente, sin quedar adherido, ni permanecer en una misma posición por mucho tiempo, lo que le produciría inconvenientes de tipo postural y anatomofisiológicos. Pues sus miembros, articulaciones y músculos, de no moverse continuamente, se perjudicarían no llegando ha desarrollarse adecuadamente, repercutiendo finalmente en su desarrollo futuro.

Es también a través del líquido, que el bebé capta sensaciones que le informan de su existencia, de su totalidad. Está sumergido en este líquido que lo baña y lo sostiene dándole unicidad, integridad. Es un todo, una unidad sin ningún resquicio de fractura, sin absolutamente posibilidad de no ser uno con la placenta, el cordón, el líquido y el útero. Tiene todo lo que necesita, alimento, oxígeno, abrigo, sostén y espacio suficiente para sus movimientos fetales imprescindibles.

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El feto está adaptado a este medio y en él predomina lo corporal. Esta unidad orgánica y funcional que se establece, está en interacción permanente, donde las necesidades básicas son satisfechas a través de la placenta y por el cordón umbilical.

Estos dos ciclos, el de la madre y el del bebé, tienen una relación simbiótica desde lo biológico y a la vez asimétrica, desde el psiquismo, pues uno se está desarrollando y el otro es un adulto con una estructura psíquica desarrollada y con una historia vincular que impactará e influirá en su bebé.

La trama vincular en la que está inserta está llena de proyecciones, expectativas y adjudicaciones de roles y será una condición de la constitución del nuevo sujeto.

¿Cómo influye en su vida las experiencias intrauterinas?

Es así que no podemos dejar de tener presente que este bebé durante los nueve meses de gestación va construyendo una historia, que dejará huellas arcaicas en su YO rudimentario, como sostiene Freud un YO predominantemente corporal. En investigaciones de embriología humana que inició Preyer se ha podido establecer por el trazado de EEG que hay actividad psíquica en los últimos estadios de la vida intrauterina.

Al avanzar en su desarrollo, el útero, lugar maravilloso para el feto, comienza a no ser ideal para la supervivencia, el espacio se reduce, la placenta empieza a envejecer y entonces se hace necesario e impostergable buscar otro lugar para vivir.

¿Qué sucede durante el parto?

Cuando el momento del parto llega este bebé es aplastado por las contracciones que lo llevan hacia y por el canal de parto, al mundo externo. Mundo que se le presenta bruscamente, que lo aprisiona, ya que al estar desprovisto del líquido que lo rodeaba, siente la fuerza de gravedad que impacta sobre su cuerpo.

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El bebé queda desvestido, desprotegido y desnudo del entorno líquido que lo envolvía y cobijaba. El aire que lo rodea no es tangible, la sensación de vacío, además de la fuerza que ejerce la presión atmosférica, lo mantienen al principio adherido al colchoncito que lo sostiene. Toda su piel registra a nivel sensorial los estímulos que provienen de este nuevo medio. Sus movimientos comienzan a ser expresión de sus reclamos y están desorganizados, no tienen un fin en sí mismos sino que son manifestaciones de sus estados internos de hambre por ejemplo, que le provocan dolor, malestar, temor, generando crispaciones y llanto.

Para Melanie Klein (psicoanalista) el bebé arriba al nacimiento con una trayectoria de experiencias, sensaciones que configuraban su protoesquema corporal. Ante las exigencias adaptativas surgen intensísimas vivencias de pérdida y ataque que se ven reflejadas corporalmente en el cuerpo tenso, el llanto y el sollozo. Entonces nos encontramos con un bebé que es toda expresión a través de su cuerpo.

Ahora él es y está en y con su cuerpo.

Prof. Alejandra De Renzis Peña
Espec. en Atención Temprana del Desarrollo Infantil

Mail: alejandraderenzis@gmail.com
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Twitter: @DerenzisAle

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