Si al referirnos al niño lo hacemos con respeto, valorando sus capacidades, haciendo hincapié en sus logros y avances, deteniéndonos en su persona con una mirada amorosa, de contención, escucha, sostén y guía, entonces la imagen interna que él irá formando de sí mismo será positiva y podrá construir una autoestima fuerte y segura.
Si como padres, abuelos, docentes, cuidadores o auxiliares, tenemos un niño a cargo, debemos tener la prudencia de decir y saber que lo que le decimos da forma, marca, determina, construye o hiere al pequeño.
Esta simple observación nos hace detenernos y reflexionar sobre cómo un niño siente las palabras.
Digo siente, porque antes de aprender a hablar y poder dominar una lengua, el bebé comprende el significado de las palabras por el tono, la cadencia, los gestos y las acciones que acompañan a cada una de ellas y así es como va pudiendo, a través de la experiencia vivencial, formar en su mente el concepto al cual refieren.
De esta manera, es que por ejemplo cuando decimos silla evocará en su cabecita una imagen asociada a esta palabra y así con cada concepto que haya logrado representar.
¿Por qué no podemos entonces darnos cuenta que si cuando nos referimos al niño lo nombramos con apodos incómodos o lo tratamos de poco inteligente, torpe, inútil, liero, desatento, maleducado, incapaz, etcétera, él va a formar esa idea de sí mismo?
Cada niño se piensa a sí mismo en función de lo que los adultos han pensado de él, creen de él y sienten acerca de él
Actualmente, se ha naturalizado que una persona con un niño a cargo lo agreda verbalmente, si es el ámbito familiar se toma muchas veces con levedad, sin prestar mucha atención a lo que se dice y como se dice, a lo que se grita y qué se grita. Improperios, malas palabras, frases como: “si no dejas eso te mato”. Si metió los dedos donde no debía y llora: “que se jorobe”.
Tener niños a cargo NO da derecho a sacar lo peor de uno mismo, ni a someter al niño a un maltrato verbal, emocional y psicológico por el sólo hecho de ser sus tutores. Es un delito, una crueldad que todos deberíamos rechazar y dar curso a una denuncia por maltrato.
Por el contrario, si al referirnos al niño lo hacemos con respeto, valorando sus capacidades, haciendo hincapié en sus logros y avances, deteniéndonos en su personita con una mirada amorosa, de contención, escucha, sostén y guía, entonces la imagen interna que él irá formando de sí mismo será positiva y podrá construir una autoestima fuerte y segura.
Poner límites no significa descalificar, gritar, pegar o decir “no”
Poner límites es poner orden, organizar rutinas, hablar, dar otras opciones y es mucho más que prohibir algo. Por eso, la función del entorno próximo del niño es tan influyente en la conformación de su personalidad.
No nos desentendamos de esta responsabilidad, informémonos, preguntemos, asesorémonos, si algo no está funcionando bien en casa se puede mejorar, solucionar; es importante comprometernos con ello.
Si sabes de alguien que esté haciendo un uso indebido de su rol como adulto a cargo de un niño, no te quedes solo observando, si podés acercate, hablá y explicale que es nocivo para el niño.
Prof. Alejandra De Renzis Peña
Espec. en Atención Temprana del Desarrollo Infantil
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