¿Malcriamos a los bebés y a los niños cuando les hacemos ‘upa’?

Muchas veces surge esta pregunta que desorienta a los padres, a veces por propio cuestionamiento y otras porque el entorno lo sugiere constantemente.

¿Malcriamos a los bebés y a los niños cuando les hacemos 'upa'?

¿Se puede malcriar a un bebé o a un niño al hacerle ‘upa’?

Antes que nada sería conveniente que podamos detenernos a pensar porque un bebé pide ‘upa’. ¿Qué es lo que obtiene el niño cuando, ante su reclamo, los papás acceden? ¿Por qué se piensa que sostenerlo en brazos provocará que el niño se acostumbre a pedirlo cada vez más?

¿Por qué los niños piden ‘upa’?

Para poder pensar en esta situación, que se reitera muchas veces en la vida cotidiana, es importante saber que los brazos de papá y mamá cuando hacen ‘upa’, sostienen, acunan y contienen al bebé o al niño pequeño.
Están siendo la extensión de la panza, que hasta no hace mucho era la que cumplía con esa función: la de anidar al bebé.

Tener en cuenta esto, nos lleva a pensar porqué un bebé con su lenguaje corporal, llanto, extensión de brazos, mirada, gestos, tensión corporal,  nos dice que quiere estar en brazos y por qué un niño ya mas grandecito, que gatea, camina y habla bien, pide llorando o con palabras, constantemente o en reiteradas oportunidades “upa”, “upa” y “upa”.

El mundo que rodea al bebé y al niño pequeño es un mundo por conocer, que se le presenta en un primer momento muy avasallante, irrumpiendo con sus estímulos, luces, sonidos, colores, aromas, y esto lo sobresalta.

Cuanto más pequeño más lo demandará porque internamente no cuenta con recursos mentales y emocionales suficientes que le permitan prescindir del contacto corporal con sus seres queridos.

A medida que va creciendo y va conociendo,  puede ir discriminando y reconociendo los diferentes objetos y situaciones que lo rodean y esto lo lleva a poder relajarse y adaptarse a ese entorno, de todos los días,  que lo incluye y lo contiene.

¿Qué pasa cuando está en un ambiente que no es en el que habitualmente se desenvuelve, por ejemplo, si viajamos o vamos de compras a un lugar nuevo que él aún no ha visitado?

Necesitará adaptarse a los nuevos estímulos para poder interactuar. ¿Y cómo  hace un niñito pequeño para lograrlo rápidamente? recurre al contacto con sus papás!

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Si es muy pequeñito seguramente buscará la mirada de mamá y / o de papá, llorará, se aferrará con sus manitos a la ropa o a sus manos fuertemente y si la situación es muy fuerte para él, pedirá UPA.

Cuando el niño es más grande y si se ha nutrido de suficientes abrazos, caricias y palabras que lo reconforten podrá enfrentar situaciones que puedan desestabilizarlo sin recurrir a un pedido de UPA. Este proceso de dejar de pedir UPA esta directamente relacionado con la maduración del Yo del niño, con su alejamiento progresivo de la figura significante, en busca de autonomia, de despegue del “nido maternal”. Ese nido en el que se refugia después de perder el de la panza, es del que lentamente y en la medida que vaya adquiriendo seguridad en sí mismo, se desprenderá y despegará.

Se puede leer el ‘upa’ como una posibilidad para el niño de sentirse seguro, contenido y a resguardo y que esto es lo que necesita y busca obtener, cuando pide brazos. Entonces ¿cómo negárselo? 

¿Cómo es que se van a hacer autónomos e independientes si tenemos a nuestros bebés o a niños más grandecitos a ‘upa’ o les hacemos ‘upa’ cuando lo piden?

Es que a pesar de dar la impresión de que ocurrirá todo lo contrario, podemos estar tranquilos y seguros que el bebé y los niños pequeños podrán “bajarse” a explorar y conocer el mundo cuando estén bien nutridos del amor que papá y mamá —o quienes lo cuiden— les están dando cuando los rescatan de los sobresaltos, miedo a lo desconocido, inseguridad, sensación de pérdida y/o falta de confianza.

Los niños piden ‘upa’ cuando lo necesitan. Puede ser para asegurarse que sus papás los quieren o bien para que los “salven” de alguna cuestión con la que aún no pueden solos y es por esto, que hay que estar disponibles para esa demanda.

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Cuando tengan suficiente resguardo y amparo, lograrán la confianza necesaria para desprenderse y continuar interactuando con los demás y con los objetos. Hasta entonces, los adultos que cuidan de los niños, tienen que saber que nunca los malcriarán por hacerles UPA, todo lo contrario les están dando la certeza de que cuentan con ustedes los padres o cuidadores para enfrentar y apropiarse del mundo.

Los chicos, para desarrollar sus capacidades y afianzarlas, necesitan del sostén emocional y físico de sus papás y/o cuidadores. Los brazos son los que los sostienen, acunan y nutren fuera de la panza de mamá. También, la certeza de que habrá alguien que acudirá y responderá adecuadamente, es fundamental para un desarrollo saludable.

 

Prof. Alejandra De Renzis Peña
Espec. en Atención Temprana del Desarrollo Infantil

Mail: alejandraderenzis@gmail.com
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Twitter: @DerenzisAle

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