Hepatitis

Esta enfermedad puede transmitirse al bebé de modo que su detección temprana y tratamiento es indispensable.
Lo ideal es la prevención mediante la cacuna contra l hepatitis A y B antes de buscar un embarazo.

Hepatitis durante el embarazo

¿Qué es la hepatitis?

Es una enfermedad provocada por virus de los que existen muchas variedades. Las más conocidas son  la hepatitis A, B, C y Delta. Esta diferenciación se logró gracias a los avances médicos de identificación de los distintos virus. Cada una de ellas tiene formas especiales de presentación y las posibles complicaciones difieren sustancialmente, especialmente en la mujer embarazada, por las implicancias para la salud ulterior de la madre y el bebé.

Hepatitis A

Es la más frecuente de todas, y por lo general se la padece en la infancia o adolescencia. La hepatitis A es una enfermedad sin riesgos para la madre y su bebé. Se transmite por vía fecal-oral. Comienza a eliminarse el virus por materia fecal dos semanas antes de la aparición de síntomas y persiste durante dos semanas después. La fuente de contagio son los alimentos y el agua contaminada con el virus.

Los síntomas más frecuentes son decaimiento, debilidad, a veces fiebre y puede o no aparecer ictericia (coloración amarilla de la piel) o materia fecal color blanquecina (acolia). La enfermedad se confirma mediante estudios en sangre que muestran un gran aumento de las enzimas que determinan la función del hígado, llamadas transaminasas hepáticas y los marcadores específicos de esta hepatitis.

No existen evidencias de que pueda afectar al bebé, por lo que se la considera una enfermedad benigna y sin complicaciones a largo plazo. Se puede aplicar al grupo familiar inmunoglobulinas para disminuir la posibilidad de contagio. El tratamiento se basa en reposo, dieta hepatoprotectora durante dos o tres semanas, tiempo en el que la enfermedad se cura sin secuelas.

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Hepatitis B

La hepatitis B puede ser transmitida por la madre a su bebé, poniendo en peligro su salud, si no se toman los recaudos necesarios. Es muy importante la realización de un test en sangre materna para saber su condición inmunológica en relación con este tipo de hepatitis. Se pueden detectar embarazadas que solo son portadoras del virus, y no padecen la enfermedad, pero pueden transmitirla al bebé intraútero, en el postparto o durante la lactancia.

Sus síntomas son parecidos a los de la hepatitis A, pero el tiempo de incubación de la enfermedad puede ser de hasta 6 meses. El problema de esta enfermedad es que en un 10% de los casos se transforma en un proceso crónico que puede evolucionar después de 10 a 25 años a una cirrosis o cáncer hepáticos. Con una frecuencia muy baja, puede ser fulminante y destruir el hígado en pocos días, siendo en este último caso, el transplante hepático, la única solución para evitar la muerte. La vía de contagio es diferente a la de la hepatitis A, en esta enfermedad el contagio se produce a través de las relaciones sexuales, accidentes con materiales contaminados (jeringas o equipos de diálisis no bien esterilizados) transfusiones de sangre o compartiendo jeringas en los casos de drogadicción.

El diagnóstico se confirma mediante test de laboratorio específicos. Cuando la enfermedad se diagnostica en el tercer trimestre del embarazo hay muchas posibilidades de que sea transmitida al bebé, con serias consecuencias para su salud, incluso padecer una hepatitis crónica con riesgos de muerte. Se puede disminuir la posibilidad de contagio del bebé si se le administra gamaglobulina específica y vacunación en el momento del nacimiento. El mismo tratamiento deberán recibir los recién nacidos de madres portadoras crónicas del virus de la hepatitis B. No existen tratamientos específicos para la enfermedad declarada. Solo la prevención mediante vacunas específicas.<

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Hepatitis C

La vía de contagio de este tipo de hepatitis es por relaciones sexuales o transfusiones. Es una enfermedad muy poco frecuente y al igual que la hepatitis B, puede transformarse en una enfermedad crónica. No existen vacunas para prevenirla, ni gamaglobulina que pueda usarse como tratamiento posible. En los casos de cronicidad de esta hepatitis se está probando tratamiento con interferón, pero sin resultados concluyentes.

Afortunadamente, no existen evidencias de que provoque anormalidades fetales o enfermedades en el recién nacido aunque puede transferirse al bebé si se la contrae en el último trimestre del embarazo.

Hepatitis Delta

Esta infección sólo se la encuentra en pacientes que ya padecen hepatitis B y es extremadamente rara. No se conocen efectos sobre el embarazo ni sobre el bebé y no existen, al momento actual, tratamientos especiales.

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