Síndrome de Down: una diferencia que da alegría

Los testimonios de estas familias coinciden: sus hijos “especiales” son una fuente de felicidad en sus hogares. Aquí sus historias y por qué se recomienda un diagnóstico temprano.

Síndrome de Down: una diferencia que da alegría

Testimonios de familias felices

“Mariano es mi niño 10, porque es el número 10 de mis 11 hijos”, dice María Fontán. Tuvo a Nano en el sofá de su casa. El parto se adelantó un mes y la encontró desprevenida en todo sentido: se enteró de que el bebé tenía Síndrome de Down recién a la mañana siguiente, en el hospital. “El médico nos explicó qué significaba. Quedamos mudos porque no sabíamos mucho del tema”, contó María.

Sin embargo, la familia aceptó la noticia con naturalidad: Nano era uno más, sólo había que tenerle un poco más de paciencia. “Contraté una estimuladora temprana porque hay que fortalecerle los músculos. De chico le costaba mucho sentarse. Ahora va al colegio, hace deporte y cursa teatro”, enumera la mamá.

Agregó que no está siempre “encima” de él y que aprendió a arreglárselas solo. Es un chico que llenó de alegría el hogar de los Fontán, algo que se repite en muchas familias con integrantes con esta discapacidad. “Así como pide cariño, da mucho. Son muy sensibles, se dan cuenta si te pasa algo. Trajo alegría a la familia”, reconoció María.

Otra historia, otro amor

Elsa es la mamá de Melanie Avellaneda, de 10 años. Se enteró cinco días después del parto que su hija tenía Síndrome de Down. Lloró, pero se hizo la promesa de “sacarla adelante”.  Y así fue: “cada día implica un nuevo aprendizaje. Melanie es la vida, es nuestra vida. Nos llena. Es la razón por la cual me levanto todos los días”, dijo la mamá.

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Los Fontán y los Avellaneda son dos testimonios de familias que conviven con el Síndrome de Down y que encontraron en sus hijos “especiales” una fuente inagotable de alegría. Como Melanie y Mariano, se calcula que uno de cada 600 niños presenta la alteración cromosómica que motiva las características del Down: retraso mental, bajo tono muscular y algunos rasgos físicos.

Diagnosticar a tiempo

El diagnóstico y el tratamiento precoz son fundamentales. A eso se dedica Adolfo Etchegaray, director de la unidad de medicina fetal del Hospital Universitario Austral. Sus funciones: identificar detalles sutiles en las ecografías y ofrecer los estudios que permitan confirmar la alteración.

“El diagnóstico temprano es un derecho de los padres y del bebé, porque permite que su entorno se prepare mejor para recibirlo”, opina Etchegaray. “A los médicos nos ayuda a entender la evolución prenatal y planear el nacimiento, especialmente si el bebé requerirá cirugías o tratamientos complejos”, agrega.

El momento de la verdad

“Lo más importante es ser precisos al informar y contener a los padres. Para ellos puede ser un shock enterarse de que el bebé tiene Síndrome de Down, aunque hoy en día el pronóstico de estos chicos mejoró mucho y en algunos casos llevan una vida prácticamente normal”, explica Etchegaray.

“A alguien que está esperando un hijo con Síndrome de Down le diría que tenga fe, que son chicos muy cariñosos y alegres”, agrega María Fontán, la mamá de Mariano. “Y que no tenga miedo porque últimamente hay más aceptación social y más recursos: estimulación, grupos de contención… Más allá de todo, una vida siempre trae alegría”, concluye.

Fuente: Entremujeres

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