Los trastornos de la glándula tiroides son más frecuentes de lo que se piensa durante la edad reproductiva de la mujer. Los desórdenes tiroideos pueden ser consecuencia de defectos en la glándula misma y también debido a anormalidades de la hipófisis y el hipotálamo, centros cerebrales de regulación hormonal que la controlan.
Los problemas de fertilidad y el hipotiroidismo tienen una relación estrecha y directa por lo que es aconsejable que todas las mujeres que planifican quedar embarazadas, soliciten a su ginecólogo un estudio completo de la función tiroidea. Tanto el híper como el hipotiroidismo, además de ser causa de infertilidad o subfertilidad, pueden afectar el desarrollo del feto y aumentan enormemente el riesgo a sufrir un aborto durante el primer trimestre de la gestación, si no han sido diagnosticados y tratados correctamente.
La “tiroiditis de Hashimoto” también conocida como “tiroiditis crónica autoinmune” es el tipo de hipotiroidismo más común en las mujeres. Se trata de una alteración producida por la presencia de anticuerpos antitiroideos: aunque la glándula funcione al 100 % bien, la presencia de estos anticuerpos afecta a la fertilidad.
Los trastornos en la glándula tiroides además de acarrear problemas físicos, afectan negativamente al estado de ánimo de la paciente y a la libido, ya que la falta de energía y la fatiga no contribuyen a potenciar el deseo sexual. Los síntomas más frecuentes de la disfunción además de la fatiga son la intolerancia al frío, constipación, aumento de peso, depresión, caída de cabello y piel seca.
Un tratamiento adecuado puede dar resultados positivos en la capacidad para concebir un hijo, además de proteger contra el riesgo de un aborto, ya que una vez que se consiga el embarazo nunca debe faltarle la hormona al feto. Ante un diagnóstico de enfermedad tiroidea es aconsejable encontrar un tratamiento hormonal óptimo para nuestro organismo, siempre respaldado por el profesional médico y bajo su supervisión. Además mejorar los hábitos de alimentación, perder peso, la práctica de ejercicio físico moderado, etc., van a ayudar a equilibrar todas las funciones corporales y optimizar la eficiencia reproductiva.